Al cabo de un rato dijo, "Mama, quiero pescar de verdad."
Así que mientras Lara hacía unos ejercicios en su cuaderno, Paul y yo recortamos unos peces de cartulina de colores.
Les pusimos un encuadernador de nariz y lo aseguramos con un gomet que a la vez hacía de ojo.
Pegué un imán que tenía en la pizarra blanca en el anzuelo que llevaba la caña con celo.
Pusimos los peces en el suelo, él se sentó a horcajadas en su silla "barca", y se puso manos a la obra.
Y yo volví a centrarme en Lara mientras él "pescaba".
Pero seguí observándolo de reojo.
Y me maravillé de lo que un simple juego de pesca puede hacer. Durante los siguientes 15 minutos, Paul estuvo enfrascado intentando que el anzuelo tocara la nariz de los peces para poder subirlos, desengancharlos y ponerlos en la mesa. Al cabo de un rato, empecé a hacer una lista mental de lo que estaba trabajando mientras jugaba.
1. Control de la frustración - algo importante para mi hijo. Al principio se enfadaba cuando tardaban en "picar". Pero poco a poco...
2. Paciencia. Vio que si le daba más tiempo conseguía pescarlos.
3. Perseverancia. Tan sólo unos meses atrás hubiera tirado a la toalla a los pocos minutos.
4. Coordinación y suavidad de movimientos - también algo muy importante para mi hijo. Si movía la caña rápido, los peces no llegaban a "picar". Había que deslizar el anzuelo muy lenta y cuidadosamente encima los peces.
5. Concentración. Estar sólo por la faena en cuestión. Me maravillé que mi hijo tan movido y disperso estuviera casi bizco de concentración mientras movía la caña encima sus peces.
6. Gratificación retardada - un término que ahora está de "moda", pero que significa simplemente el hecho de esperar y trabajar para al cabo de un tiempo poder obtener la recompensa deseada, a diferencia de conseguir algo al momento y sin esfuerzo. Una lección de gran valor para nuestros pequeñines. Paul se estaba un buen rato ¡¡hasta que un pez picaba!!
7. Autoconfianza - en el sentido de saber que es capaz de afrontar un reto con éxito si se aplica a ello.
Lo precioso es que él no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo. Simplemente se lo estaba pasando en grande gritando de alegría, apilando peces encima la mesa y tirándolos al "mar" para pescarlos una y otra vez.
Y todo esto no es para animaros a que hagáis el mismo juego para vuestros renacuajos (¡aunque es fácil de hacer y pueden estar un buen rato entretenidos!)
Es para que cada vez que veáis a vuestros pequeños jugando, recordéis que realmente están "trabajando". Y para su desarrollo es algo tan o más valioso como aprenderse las provincias de España, reconocer las letras o saber cuánto son 2 más 2.
Porque, junto con nuestro amor, guía y disciplina, están acumulando y desarrollando hábitos, aptitudes y habilidades que les servirán toda la vida.
¿Cuál es el juego preferido de vuestros hijos? ¿Les gustan más los juegos tranquilos o prefieren algo que les permita moverse y correr? Os animo a que comentéis... :)
Eli Escuain