jueves, 21 de enero de 2016

EL ELEMENTO OLVIDADO DE LA ORACIÓN

Siempre lo he sabido... 

...pero ahora que estoy experimentando la pre-adolescencia en casa, 
me doy cuenta de que...

¡la oración es más urgente que nunca!


Si empezáramos a escribir una lista de oración por nuestro hijo, ¿qué pondríamos? Seguramente, escribiríamos algo así como: su salvación, su vida espiritual, sus amistades, su futuro cónyuge, sus estudios, su trabajo, su salud, ciertos problemas de conducta, carácter... ¡El enfoque estaría sólo en nuestro hijo!


Si cambiamos el enfoque y nos miramos a nosotras mismas, enseguida incluiremos algo que muy a menudo olvidamos, y que es muy importante en la oración:

¡Se trata de la confesión!

Como padres, afrontamos dificultades en la crianza de nuestros hijos, y algunas de ellas están directamente relacionadas a errores que cometimos con ellos en un pasado. Somos padres imperfectos y todos hemos fallado en algo. Orar por nuestros hijos es imprescindible, pero igual de necesario es humillarnos personalmente ante el Señor y confesar nuestros pecados.

Así pues, nuestra lista de oración por nuestros hijos debería incluir un autoexamen delante del Señor que nos llevara a la confesión de nuestros pecados. Y como Él dice en Su Palabra:

"SI CONFESAMOS NUESTROS PECADOS, ÉL ES FIEL Y JUSTO PARA PERDONAR NUESTROS PECADOS, Y LIMPIARNOS DE TODA MALDAD."  
(1ª Juan 1:9)

Noèlia Giner

 




miércoles, 13 de enero de 2016

EL SECRETO DE MAMÁ

Como a la mayoría de niños, a mis hijos no les encantan ciertas verduras. Sin embargo, nunca entenderé porqué el calabacín y la zanahoria se lo comen con gusto cuando los guiso con carne para acompañar a los cuscús, pero si las aso o salteo no las encuentran buenas (ya os pondré la receta de los cuscús un día de estos).

La cosa es que ellos no saben que tengo mis armas de "mamá dispuesta a que coman verduras" :-) Jajaja...

Aquí te paso el truco por si tú también estás en la lucha de que tus hijos coman más verduras... O quizás estás en la situación de que tú misma las aborreces y quieres mejorar tu alimentación... ¡Ánimo! ¡Todo es posible!


Mi estrategia es usar uno de sus platos favoritos para añadirle verduras. ¡Mis niños adoran la pasta! ¡Les encanta! Y yo se la doy sin remordimientos... Te cuento porqué.

Creo que ni hace falta escribir la receta de los macarrones a la boloñesa, pues es muy conocida por todas. Mi truco está en añadir verduras al sofrito y triturarlo todo. ¡Tan fácil como eso!

Normalmente, sofreímos cebolla, ajos y tomate con la carne picada, ¿verdad? Ahí viene cuando yo abro la nevera y saco las verduras que tenga por allí. Casi siempre calabacín y zanahoria... pero si veo que tengo berenjena, le echo un buen trozo; si hay pimiento verde y/o rojo, también van a la sartén; si me ha sobrado un poco de puerro cuando hecho caldo, ¡lo aprovecho! ¡Hasta un trocito de apio les he colado! 

De esta manera enriquezco la pasta que se comen con muchos nutrientes... ¡y ellos felices! :-)

...felices, porque luego todas las verduras pasan por la trituradora y mezclo mis macarrones con ellas. Nosotros trituramos hasta la carne, ya que le echo poca y nos cunde más. Pero si a ti te gusta más la carne tal cual, puedes triturar sólo las verduras. 

Finalmente, mezclo los macarrones con mi súper salsa y les añado queso rallado. A veces los gratino, pero la mayoría de días los caliento para que se funda el queso. 

Por cierto, yo utilizo tomate frito en salsa (no sé si eso contribuirá a mi éxito). Pero también se puede usar el tomate entero natural. De hecho, algunas veces lo he utilizado.  

¡Y aquí te dejo con el resultado! Si los quieres hacer más saludables, escoge una carne de buena calidad (o hazlos sin carne), usa una pasta sin gluten, el tomate que sea natural y no le añadas queso. 

¡Qué aproveche y felices macarrones! 


Noèlia Giner





viernes, 8 de enero de 2016

CRISTO, NUESTRA PAZ

Apenas hace unos días que ha empezado este nuevo año y ya necesito la PAZ de Dios. ¡Qué tranquilidad y ánimo me da el pensar que el niño de Belén es el Príncipe de paz !

Él no vino para traer paz a la Tierra, sino para que todos los hombres tuviéramos paz para con Dios. Él es el Autor y Dador de esa paz... una paz que procuró y compró para nosotros en la misma cruz (Is. 53:5).

¡La cruz! Un lugar donde era imposible encontrar paz. Un lugar de sufrimiento y agonía, de castigo y crueldad. Pero allí, en la CRUZ, se hizo nuestra paz.  

Una paz que nos regaló antes de ascender a los cielos (Jn. 14:27). Un legado que nos dejó para que disfrutáramos en nuestra vida terrenal en medio de este mundo lleno de aflicción y dificultad (Jn. 16:33). Así como en la cruz se hizo nuestra paz, en un lugar triste y doloroso, así también nosotras podemos disfrutar de ella en este mundo lleno de aflicción. Jesús no prometió cambiar nuestras circunstancias, pero nos dio Su paz en medio de ellas, una paz que sobrepasa a nuestro entendimiento y que nos capacita para volar por encima del dolor y afán (Fil 4:6-7)

 
En nuestro versículo de Isaías 9:6, la palabra hebrea para paz es shiloh y significa tranquilizador. El Príncipe de paz es... ¡nuestro Tranquilizador!

Dios es Admirable y digno de nuestra adoración, pues se hizo nuestra Sabiduría,  nuestro Consejero y Guiador; nos ha dado todo Su Poder, como Dios fuerte que es, y siendo Él Padre eterno, vive en nuestro pequeño corazón. Pero no solamente habita en nosotras, sino que nos llena de una paz infinita, se hizo nuestro Tranquilizador. 

¡Cuánta enseñanza en tan pocas líneas! ¡Cuántas herramientas en sólo unas pocas palabras! ¡Tan sólo un versículo... y nos ha dado para renovar nuestras mentes durante 5 semanas

¿Qué haremos entonces con Su Palabra? ¿Abrazaremos Su Consejo, Su Poder, Su humildad y Su paz? ¿Nos arrodillaremos para adorarle en pura admiración como hicieron los pastores y los magos? ¿O preferiremos gobernar nuestras vidas con nuestras propias fuerzas, creyéndonos capaces de resolver cualquier problema y afanándonos por las circunstancias?

¡Dejemos que Cristo nos tranquilice, que nos llene completamente de Su paz! ¡Dejemos que reine pacíficamente en nuestra vida, así como algún día en la Tierra va a reinar! 


Nuestra paz está en la cruz. 
¿Ya has ido hasta allá? 

Si no conoces a Cristo, ¡ves a la cruz sin tardar! Reconoce tu incapacidad, tu dolor y tu necesidad de descansar! Allí, en la cruz, se castigaron tus pecados, allí se hizo tu paz. En la cruz Cristo recibió la ira del Padre, una ira que sólo tú merecías llevar. Admite tu pecado a los pies de esa cruz y pídele a Dios que te perdone y que venga a tu corazón a reinar. Será en ese mismo momento que a tu corazón vendrá la paz. La paz con Dios de ser perdonada y de saber que ya no irás a condenación; la paz de tener un Tranquilizador en medio de todos los afanes y de cualquier preocupación. Será en ese mismo momento que te convertirás en una hija de Dios. 

Pero a ti, que ya eres hija de Dios, te animo a que también vayas a la cruz. Del dolor que había en ella nació la paz para tu corazón. No te desanimes, ya sé que en el mundo hay aflicción, pero el Príncipe de paz venció al mundo, ¡y ya no hay que tener ningún temor! (Jn. 16:33).

Ha sido un placer compartir con vosotras estas 5 semanas de reflexión. He escrito más para mí misma, a modo de estudio personal, para ir en contra de mi desgano y mi cansancio en Navidad. Pero a la vez he escrito para el beneficio de las que pudiérais estar como yo. Para mí ha sido muy bueno levantar cada semana mis ojos al cielo, mirar hacia arriba y enfocarme en lo celestial. 

Dios me ha enseñado mucho a través de esta Navidad. ¿Y a ti qué cosas te ha enseñado? ¿En qué has podido reflexionar? ¡Me encantaría que ahora fuerais vosotras las que compartiérais palabras de ánimo y de alabanza al Señor conmigo! Y que juntas pudiéramos repetir una vez más que... 

¡No se trata de mí y sino de Él 
y nadie más!

Noèlia Giner