jueves, 31 de diciembre de 2015

EL REY DEL 2016

Ya las Navidades pasaron, la Noche Buena queda atrás... Ahora lo que divisamos es un nuevo año, 366 días más para vivir. No sabemos qué nos deparará el nuevo año, qué alegrias y tristezas tendremos que vivir, qué cosas nuevas aprenderemos, qué nuevas experiencias tendremos que pasar... ¡Pero Dios sí lo sabe! Porque Él mismo ha preparado este nuevo año al que vamos a entrar. Ha escogido cada prueba, cada experiencia, cada persona, cada circunstancia... de tal manera que puedas crecer y llegar a ser más semejante a Él (Rom. 8:28-29).

¿Te da miedo lo que pueda venir? ¿Te preocupas por lo que pueda pasar? ¿Te incomoda la incertidumbre? Pues mira arriba, a tu Regalo de Navidad, que recibiste ese día en que le diste tu vida a Jesús, el niño Dios... 



Emanuel es Dios con nosotros...  
Admirable, Consejero y nuestro Dios fuerte... 

¿Te da miedo el futuro? ¡Pues allí está Él esperándote! El Todopoderoso poniendo todo Su poder a tu disposición. "¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Rom. 8:31)

Celebrar el nacimiento de Cristo no es sólo celebrar que Él vino, sino también que Él vendrá. Nuestro Gobernante omnipotente y supremo, que es desde la eternidad, el Rey que ha de venir y que traerá la justicia y la paz a esta Tierra. Tenemos un Dios así de grande y vive en nuestro corazón. No tenemos que temer, pues Él ya nos ha provisto de Su poder. Él nos defenderá en este nuevo año, nos guiará y nos ayudará... Dejemos que Él ejerza verdaderamente Su reinado y gobierno en nuestra vida. Démosle el trono de nuestro corazón en este nuevo año y por siempre.  

"Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?"  
(Rom. 8:31)

Pero Cristo es también el Padre eterno, Aquel que hizo y habita la eternidad, Aquel que nos dio la vida eterna y que pronto vendrá a reinar para siempre. Él es la Fuente de la vida, el Autor de nuestra salvación. ¿Qué sería de nuestra vida sin Él? ¿Cómo afrontaríamos un año más? Él nos da la promesa de que nos va a cuidar y que nunca jamás nos va a abandonar (Heb. 13:5-6).

¡Qué increíble realidad que el Alto y Sublime Dios, que llena la eternidad, se ha humillado hasta la muerte y ahora habita en nuestro corazón! ¿Cómo dudas, oh alma mía, que algo malo te va a pasar? Dios habita con el quebrantado y humilde de espíritu, con el que ya no tiene fuerzas para continuar. Le da vida, le vivifica, sana sus heridas, lo llena de Su poder (Is. 57:15)

¡Qué Dios tan grande tenemos! Y me conmueve pensar que Él es MI Padre y yo soy SU hija! Un Padre que nunca dejará de serlo, que cuidará de mí aunque a veces me haga pasar por pruebas y dificultades. Un Padre que no falla ni fallará, como lo pudiera hacer uno terrenal. Un Padre que quiere darme buenas cosas y que me va a cuidar (Mat. 7:7-11).

 

Sin embargo, no sé cuándo este gran Rey volverá para reinar. Quizás sea mañana mismo o quizás tarde una década más. Pudiera estar en Sus planes el que me fuera antes con Él, pero de una cosa estoy segura: ¡Él quiere ser HOY el Rey! El Rey de mi vida y de mis pensamientos, el Rey de mi corazón, el que dirija todas mis decisiones y acciones... ¡quiere ser mi absoluto Gobernador! 

No hay mucho más que añadir a esta gran verdad. Dios hecho carne, Creador de la eternidad, vive en mi pequeño corazón, débil, humilde y quebrantado por la misma vida y por mi propio pecado. Lo ha restaurado, lo ha limpiado y desea llenarlo más y más cada uno de los próximos 366 días de este nuevo año que está a punto de empezar.


Ya lo llevo repitiendo varias veces en estas últimas semanas:

 En mi vida y en el año nuevo
se trata sólo de Cristo,
¡y de mí para nada!

Noèlia Giner

miércoles, 23 de diciembre de 2015

EL REGALO OLVIDADO DE NAVIDAD

A veces no son las ocupaciones lo que difuminan el gozo de la Navidad... sino las mismas dificultades de la vida...
Quizás estamos atravesando un mal momento económico o algún problema en el seno familiar o quizás una crisis a nivel personal. Quizás es la tristeza de tener algún miembro de la familia lejos del Señor, o algún hijo inconverso, o un ambiente no cristiano en el que celebrar la Navidad, o un ser querido que hoy ya no está.
Aún en esto tenemos consuelo por parte de nuestro Dios, y podemos pasar unas Navidades sin estar centradas en el dolor. 
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¡Qué gran regalo nos envió Dios el Padre esa noche de Navidad! No sólo nos envió a un Ser Admirable, sino que también nos regaló un Consejero, un Amigo, un Guiador. 

Esa noche no nació un simple niño, esa noche vino al mundo Emanuel: Dios con nosotros. En ese niño envuelto en pañales, delicado y recién nacido, estaba la misma mente de Dios, una mente llena de sabiduría, capaz de gobernar al mundo con juicio y justicia (Is. 9:7); capaz de asesorarnos y resolver nuestras dudas y problemas; dispuesto a mostrarnos Su verdad y voluntad... Esa noche nació en Belén la misma Sabiduría de Dios hecha carne.
 Resultado de imagen de regalo de Navidad
Dios Padre nos regaló un Consejero infalible para guiarnos a través de nuestras dificultades. ¡Y Él está muy cerca de nosotras! ¡Está tan sólo a una oración!
Si esta Navidad se presenta triste por las dificultades, por las dudas de no saber qué hacer, por la necesidad económica, por la falta de dirección en tu vida personal, sólo tienes que orar y Su Espíritu te hará saber todas Sus cosas y te enseñará, para que puedas someterte a Su buena voluntad (Juan 14:26) ¿Quién mejor para guiarnos que Aquel que posée la misma mente de Dios? ¿Quién mejor para guiarnos que el mismo Dios? Cristo conoce al Padre y sabe lo que piensa. Él posee los tesoros de la sabiduría de Dios (Col. 2:2-3)
 
Pero no le veo...
¡Cómo me gustaría poder sentarme a los pies de Jesús estas Navidades así como hizo María la hermana de Lázaro! Me sentaría y le rogaría por todas mis necesidades, le pediría que me explicara todas aquellas cosas que no entiendo y atesoraría Su consejo en mi corazón para ponerlo en práctica! ¡Podría oír Su voz y saber con seguridad qué decisión tomar! ¡Tendría Su consuelo, vería Su sonrisa! ¡Todo sería perfecto!

Pero no le veo todavía... 
Algún día podré verle cara a cara y disfrutar con Él en un ambiente celestial. Mientras tanto, ¡no debo engañarme! Aquí también puedo estar en Su presencia y sentarme a Sus pies en adoración. ¡Sólo está a una simple oración! Aquí también puedo rogar por mis seres queridos en esta Navidad y esperar en Él y Él hará (Sal. 37:5). Y aquí también puedo recibir Su sabio Consejo, pues me lo dejó escrito palabra a palabra, letra a letra, salida directamente del aliento de Dios. ¡Sí! Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñarme, para redargüirme, para corregirme, para instruirme en justicia, a fin de que yo, como una mujer de Dios, sea perfecta, enteramente preparada para toda buena obra. (2ª Tim. 3:16-17)
¿Qué más podemos pedir estas Navidades? ¿Qué regalo es más completo que Éste? ¡Un Regalo que nos capacita para vivir la vida, para disfrutar de Su presencia sin estar físicamente ante Él, para saber qué decidir en cada situación difícil, para recibir consuelo en la tristeza, para ser llenas de esperanza con Sus promesas, para crecer más a Su semejanza hasta que llegue el día en que reinemos con Él!: El Rey perfecto, el mejor Gobernante que esta Tierra pudiera tener, el más justo, el más compasivo, el Rey vencedor. Vencedor sobre nuestro pecado, Vencedor sobre nuestra tristeza, Vencedor sobre cualquier dificultad de nuestra vida. Y nosotras, vencedoras con Él. 

¡Emanuel es el mayor Regalo, el Mejor que pudiéramos recibir esta Navidad! Pero tristemente, el más olvidado... el regalo que queda escondido detrás del árbol, el que parece muy pequeño, al que no le prestamos mucho interés. ¡No somos conscientes de lo que hemos recibido! Nos traiciona lo terrenal y lo material. No nos damos cuenta del tesoro tan precioso que tenemos en nuestras manos: ¡la misma Sabiduría y Consuelo de Dios hechos carne en Navidad! 

¡A Él sea la gloria en estas fiestas, 
por el mayor Regalo para nosotras! 

¡A Dios sea la gloria en esta Navidad, 
porque se trata sólo de Él y de nada más!
Noèlia Giner

viernes, 11 de diciembre de 2015

¿QUIÉN ES ESTE NIÑO PARA QUE LE ADORE?

Galilea también estaba decaída, apagada, en angustia y tinieblas, esa noche de Navidad. La aflicción llenaba sus ciudades, el pueblo andaba en oscuridad. De repente, la Gloria llenó sus tierras, la Luz resplandeció sobre ellos. (Isaías 9:1-7) La alegría invadió sus corazones y fueron llenos de la esperanza de ser liberados, de vivir en un reino mejor, de haber ganado la batalla, ¡de tener un Rey vencedor! Era el fin de su sufrimiento, de la cruda batalla y del dolor...

Admirable no es un adjetivo, no es una palabra para describir al Salvador. Admirable es un nombre que le define a Él como el Milagro de Dios, como el Rey vencedor. 
Su nacimiento fue un milagro y Su muerte lo fue también. Satanás trató de matarlo de niño a través del decreto de Herodes, pero no lo consiguió. Jesús permaneció vivo y Su vida mostró el poder milagroso de Dios. El plan del Padre siguió adelante, nada lo impidió, hasta el momento de Su muerte donde el milagro de mi salvación se consumó. 
¡Jesús es admirable, es el Rey vencedor! Venció la muerte y fue al cieloa Satán conquistó. Ganó mi alma con Su sangre y mi pecado destruyó.
¡Éste es el Niño que nació en el establo! ¡Esto es la Navidad! No mi cansancio y mi desgana, no las cosas que tengo que preparar. Sino la Salvación que vino al mundo, la paz que imperará cuando Cristo vuelva otra vez para reinar.
¡Qué desenfocadas estamos cuando llega la Navidad! ¡Cómo nos traiciona el corazón haciéndonos vivir otra "verdad"! 
Luz, alegría, regalo... 
¡palabras de Navidad!
...cuyo significado tristemente hemos cambiado... ¡Qué distorsionada queda la verdadera Navidad!
Luz y alegría llenaron los corazones de aquellos que vivían en Galilea, porque habían entendido que a la Tierra había llegado el regalo de la Navidad. Un regalo incomparable y difícil de comprar: Cristo se hizo hombre por salvar a la humanidad. 
La luz también resplandeció sobre los pastores que velaban en la oscuridad. La gloria del Señor vieron y fueron partícipes de la alegría de las noticias de Navidad (Luc. 2:8-18). Esto fue lo que hicieron ellos (¡ojalá los queramos imitar!):
  • Escucharon a los ángeles y les temieron
  • Se animaron mútuamente para ir y confirmar la noticia celestial
  • No perdieron ni un minuto hasta hasta llegar al portal
  • Compartieron con otros su experiencia, les hicieron maravillar
  • Volvieron a su rutina diferentes: ¡Ahora podían glorificar y alabar a Dios sinceramente! ¡Ya sabían lo qué era la verdadera Navidad! (Luc. 2:20)  
¿De qué manera te afecta todo esto? ¿Cómo enfocas la Navidad? ¿Escuchas el mensaje de los ángeles? ¿Te apresuras a adorar? Yo no quiero que este año sea una Navidad más. Quiero hacer como María: guardar todas estas cosas en mi corazón y meditar en ellas mientras cocino, mientras decoro mi comedor, mientras invito gente a la iglesia, mientras sirvo de corazón (Luc. 2:19). Quiero sentarme a los pies de Cristo, como hizo la otra María, y adorarle por quién es Él, y llenarme de admiración, en lugar de andar afanada y turbada y con resentimiento en mi corazón (Luc. 10:38-42).
No quiero que ganen las tinieblas, ni que reine la tensión. Jesús es mi Luz eterna, Él es mi salvación; es mi Rey soberano, el Conquistador, que un día vendrá a buscarme y ¡ese día podría ser HOY!  

Por eso, querida amiga, recuerda que el Señor es
 Admirable, ¡que merece nuestra adoración! 

Recuerda estas Navidades que... 
¡No se trata de ti, sino de quién es Dios!

Noèlia Giner

miércoles, 2 de diciembre de 2015

MI CONFESIÓN DE NAVIDAD

Ya de muy pequeña vivía la Navidad intensamente. Y de más jovencita la ilusión de estar en familia, decorar la casa y hacer regalos persistía. Había años en que la familia no tenía mucho ánimo para hacer nada en esta época, pero yo era el motor, y más aún después de haber conocido al Señor Jesús.
Sin embargo, algo pasó unos años más tarde. Dejé de ser un comensal más en la mesa y pasé a ser la cocinera. Dejé de ser sólo la que recibía regalos, a tener que comprarlos yo. Mis responsabilidades en Navidad fueron aumentando poco a poco y se añadieron a este gran día otras muchas actividades más las cuales demandaban de mí una participación activa. 

Poco a poco, esa alegría que traen las fiestas navideñas se fue apagando al punto de entrar en el desgano. ¿Por qué me estaba pasando esto? ¿Por qué ya no era especial la Navidad? ¡Porque estaba reduciendo mi visión a simplemente una lista de tareas que a su vez conllevaban cansancio!

Hace un par o tres de años, Dios trajo a mi mente un pensamiento que me ha estado ayudando a reenfocar las Navidades. Una frase sencilla surgió de repente...

¡No se trata de mí, sino de Él!

No se trata de lo que yo haga, sino de lo que Él hizo por mí esa noche al venir al mundo. No se trata de cómo me siento, sino de quién es Él. No se trata de cómo vayan las cosas en Noche Buena, sino de cómo fueron aquella noche en Belén. ¡Seguro que María estaba muy cansada también esa noche por el largo viaje y el trabajo de parto! Pero el cansancio no opacó la alegría que trajo el nacimiento de Jesús.  

Navidad no es una lista de quehaceres, Navidad es Dios mismo hecho carne y venido al mundo por ti y por mí. 

Pero... ¿de verdad es esto lo que celebramos? ¿Celebramos realmente el nacimiento de Aquel que salvó nuestra alma? ¡Sinceramente no! -- y con tristeza lo digo, a la vez que me incluyo a mí misma. 

Con tristeza y vergüenza he de reconocer que las numerosas actividades familiares y de iglesia, me dejan exhausta cada año. La preocupación de que todo salgan bien y de organizarme a la perfección me genera tensión, y se me olvida la Razón verdadera de la Navidad, y se esfuma la paz que Cristo vino a traer

La Navidad no se trata de mí, ni de mi familia, ni de los regalos, ni de las actividades... la Navidad consiste en Él y solamente en Él. Entonces cualquier sacrificio es poco para adorarle al recordar Su nacimiento. Me esforzaré en servirle a Él en medio de mi familia, en la iglesia, con mis amistades... y mi único propósito en estas Navidades será que reine la paz, que reine Cristo, y no todo lo demás. 

Os invito a seguir el blog en estas próximas semanas para enfocar nuestra mirada hacia Aquel por el Cual la Navidad tiene sentido, ¡por Quien vale la pena celebrar!  





Noèlia Giner

sábado, 14 de noviembre de 2015

¿ESPÍRITU DE TEMOR?

No sé si os pasa a vosotras, pero a mí, de vez en cuando, en mis quehaceres diarios, me van asaltando dudas y temores. No todos de golpe -

         Un día me pregunto si estaré tomando las decisiones correctas en cuanto a la educación de mis hijos.

         Otro día, como hoy, pensaré en el futuro próximo con todos los                                     conflictos que hay en el mundo y sentiré una inseguridad                                respecto al porvenir de nuestra familia o nuestro país.

         Luego vienen temores de cuando mis hijos tengan edad adolescente. 

         Temor de no saber hablar de Cristo en una situación determinada.

         Temor de sacar adelante un proyecto por miedo a fracasar.

         Temor a abrirme a los demás para que me puedan ministrar.

         Temor que no esté desempeñando bien todas mis funciones como esposa, madre, maestra, amiga, hija y hermana.

Si nos ponemos a pensar, podemos sacar a luz muchos temores que tenemos, ¡algunos más secretos que otros!

Y luego me viene un versículo a mente del que se habló en una reunión de iglesia hace unos días.



Como hijas de Dios sabemos que su Espíritu mora en nosotras, con su precioso fruto de amor, gozo, paz, y demás.

Pero también es bueno reflexionar sobre qué tipo de espíritu NO mora en nosotras -  y éste, bien específicamente, es el de cobardía, o TEMOR.

Y el apóstol no se queda ahí, sino que describe tres maravillosas cosas que nos ha dado Dios con su Espíritu. Nos ha dado espíritu de

                 PODER  - Lo más precioso es que no es nuestro poder, sino el poder de Dios mismo. Su poder se perfecciona en nuestra debilidad - sin Él nada somos. En su poder vivimos el día a día, firmes, confiadas que nos dará su sabiduría para esas decisiones cotidianas que nos pueden atemorizar. ¿Vivimos a diario convencidas de esta gran verdad?

                AMOR - Dios ha derramado su amor en nuestros corazones. De forma natural, éste debería rebosar a quienes nos rodean - nuestros esposos, nuestros hijos, nuestros hermanos en la fe, vecinos y amigos. Es un amor fuerte, es sufrido, benigno, no busca lo suyo, no se irrita, todo lo soporta, todo lo espera... es un amor que nunca deja de ser. Dejemos que el amor de Cristo fluya a través de nosotras - a diario.

                DOMINIO PROPIO - Es lo opuesto a la inestabilidad. El dominio propio comporta una mente sana, sobria, y equilibrada, que no está controlada por el pánico. Vive en la calma y paz que Dios da. También se podría llamar “entereza de ánimo”. Si estamos dominadas por Cristo, entonces el olor fragante de su personalidad preciosa se hará patente en nosotras, bañando nuestro entorno en un sosiego no solamente espiritual sino también mental y tangible - un hogar de paz y cordura, para la gloria de Dios.

Y para terminar, qué precioso saber que pase lo que pase - traiga lo que traiga el futuro - nuestras vidas están escondidas con Cristo en Dios.

Un abrazo buen fuerte a cada una de vosotras, con afecto en Cristo.
Eli Escuain

lunes, 9 de noviembre de 2015

¿Qué tipo de mamá eres?

¡Cuántas veces como madres queremos abarcarlo todo y nos desanimamos cuando vemos que no alcanzamos nuestros propósitos!
 Hoy es uno de esos días en que me hacía falta recordar que Dios no me pide ser una súper mamá, sino que desea simplemente tener comunión conmigo. Quiere que permanezca en Él y Él en mí, ¡porque SABE que sin Él no puedo hacer nada! (Jn. 15:5) ¿Hay algo más dulce que esto? ¡No me pide perfección! ¡No está registrando cada obra que hago o que dejo de hacer! El Creador de mi alma desea que estemos completamente unidos hoy, y desea darme el poder para hacer aquello que le honra. ¿Estás dispuesta hoy a dejar de hacer y depender más de Él? ¿Quieres simplemente agarrarte a Su mano, como el pámpano cuelga de la vid, y dejar que Su vida fluya en ti? ¿Qué tipo de mamá quieres ser hoy? ¿Aquella no cesa en sus quehaceres o aquella que depende de Dios y lleva mucho fruto?

Noèlia Giner


Una súper Mamá

Una Mamá que permanece en Él
Hace
Trata de impresionar a otros
Complace al Señor (Ef. 5:10; Pr. 29:26)
Está controlada por una agenda u horario
Está controlada por el Espíritu Santo  (Gál. 5:22-26) (Usa el horario como una herramienta para que haya más orden y pueda seguir aún más al Espíritu Santo)
Su valor se basa en sus logros (una casa limpia, hijos perfectos, la decoración ideal, etc.)
Su valor se basa en un buen entendimiento de quién es ella en Cristo Jesús (Ef. 2:10)
Su paz se basa en tener un ambiente "perfecto"
Su paz se basa en Dios, aún en medio de cualquier tormenta (Is. 26:3)
Se desanima cuando fracasa
Sus fracasos le recuerdan que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad (2ª Cor. 12:9-10)
Espera perfección de ella misma y de otros
Sabe perdonarse a sí misma y a otros (Ef. 4:32)
Enseña a sus hijos a portarse bien
Enseña a sus hijos a ser bondadosos (Pr. 22:6)
Se frustra con su falta de fruto espiritual
Permanece en Cristo y lleva mucho fruto (Jn. 15:5)
Hace cosas con sus hijos
Construye una relación con sus hijos (Deut. 6:6-7)
Su perspectiva está basada en lo que se ve
Su perspectiva está basada en lo que no se ve (Col. 3:2)
Escoge cantidad de actividades
Escoge el Camino más excelente (1ª Corintios 13)
Sus hijos podrán recordar cuán ocupada estaba siempre

Sus hijos se levantarán y la llamarán bienaventurada (Pr. 31:28)
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