"Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca,
sino la que sea buena para la necesaria edificación,
a fin de dar gracia a los oyentes.
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios,
con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira,
gritería y maledicencia, y toda malicia.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros,
como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo."
Efesios 4:29-32
Una madre le dijo a uno de sus hijos que
estaba discutiendo con su hermano: "¡Sé amable, por favor!" El niño le
contestó: "¡Mamá, si sólo es mi hermano!"
¡Qué fácil es olvidarnos de estos versículos cuando estamos en casa, en familia! Las ocupaciones, las preocupaciones, los defectos de aquellos con los que convivimos y nuestro propio estado de ánimo pueden contribuir a que como familia nos perdamos el respeto muy rápidamente.
Tomemos conciencia hoy de que somos luz para este mundo. Brillemos en la intimidad de nuestros hogares y brillemos como familia delante de los de afuera. ¡Y en esto Dios será glorificado!
Noèlia Giner
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