sábado, 7 de enero de 2017

¿POR QUÉ NO CONTESTAS, SEÑOR?

Te ayudará mucho si lees Éxodo 6 y 7

Moisés llegó de tener un encuentro con Dios. Había recibido la gran promesa de que su pueblo iba a ser liberado. Aarón le acompañaba. ¡Israel escuchó la noticia con gran entusiasmo y emoción! ¡Dios había visto y oído el sufrimiento de ellos que por tantos años habían sostenido! ¡Por fin, podían ver próxima su liberación!

Sin embargo, después de divisar un nuevo amanecer para sus vidas y las de sus familias, el horizonte se oscureció. Faraón había dicho que ¡no! -- ¡que no dejaría marchar al pueblo! Interpretó la alegría de la gente como mera ociosidad. Así que decidió añadir más sudor y sufrimiento a su trabajo. Ahora tendrían que fabricar ladrillos de barro sin paja. No toleraría que la producción disminuyera; el trabajo debería seguir igual... ¡O más bien peor!

El pueblo de Israel se desmoralizó. Dios les había asegurado ser libres y de repente la esclavitud se hizo mayor. ¿Estaba Dios contradiciéndose? ¿Había perdido el control? ¿Cómo era posible que les diera una promesa tan bella y que ahora las cosas les fueran peor?


Nosotras conocemos bien el final de la historia. Milagro tras milagro, maravilla tras maravilla... ¡Dios les liberó con mano fuerte y poderosa! Pero ellos, en ese momento, desconocían el final. Las circuntancias les confundían. Si hubiéramos podido hablar con ellos desde nuestra perspectiva, seguro que les hubiéramos animado a permanecer confiando en el Señor. Les hubiéramos dicho que Él les sacaría, que tuvieran paciencia y no perdieran la fe.

Lo mismo ocurre en nuestras vidas. Oramos intensamente por algún motivo en concreto; tenemos las promesas del Señor. Sin embargo, muchas veces, a medida que oramos sin cesar, vemos como las cosas empeoran a nuestro alrededor y nuestra fe empieza a vacilar. Pero Dios conoce el final de nuestra historia y tiene en mente lo que va a hacer. Sólo pide de nosotras que no perdamos la fe. 

Y así fue, allí en Egipto: Dios venció a Faraón. Tenía un propósito definido y es que tanto egipcios como israelitas conocieran quién es Dios: Jehová el Omnipotente, Jehóva el gran Yo Soy. Dios no quiso meramente liberarlos (Él podría haberlo hecho sin más), sino que quiso mostrar Su fuerza, Su poder, Su autoridad. 

Sigue orando amiga mía, no desmayes al ver las cosas peor a tu alrededor. Es que Dios está obrando para que le conozcas mejor. Para que aprecies más Su fuerza, Su poder, Su amor. No hay mejor fondo que el de color negro para apreciar el brillo de un diamante en todo su esplendor. ¡Contra más difícil se ponga el camino, más grande verás al Señor! ¡Cuando llegues al punto de lo imposible, verás que todo es posible para Dios!

Noèlia Giner

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿y tú qué piensas?